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La tormenta de palabras que llevo dentro

Hay personas que pueden dejar ir. Que aceptan el silencio como respuesta, que entienden los finales implícitos. Yo no soy una de ellas.
Mi mente funciona como una radio que no se apaga (mi amiga le llama a esto que me quedo rumiando las conversaciones ) : “¿Por qué dijo eso?”, “¿Le molesté?”, “Necesito que entienda cómo me sentí”. No es ansiedad (o no solo). Es la forma en que mi cerebro neurodivergente procesa el mundo: analizando, conectando puntos, buscando justicia emocional.
Y sí, soy intensa. Mis emociones son como colores vibrantes en un mundo que a veces prefiere el blanco y negro. Desde pequeña, aprendí que las palabras son puentes. De adulta entendí que tengo apego ansioso y cerebro neurodivergente: Mi apego intenso me hace temer el abandono, por eso necesito confirmar que todo está bien. Mi neurodivergencia exige lógica: si hay un problema, debe haber una solución. Si hay un malentendido, debe haber una explicación. Mi moral emocional me obliga a ser transparente. Guardarme algo me hace sentir falsa.

Una vez pasé 2 horas escribiendo un mensaje para explicarle a una amiga por qué me dolió su comentario. No era solo el hecho, era la necesidad de que entendiera el porqué. Pero aquí está la verdad cruda: la mayoría de las personas no están preparadas para este nivel de honestidad. Te llamarán “dramática” cuando solo estás siendo coherente. Te dirán “piensas demasiado” cuando en realidad estás sintiendo demasiado. Confundirán tu necesidad de diálogo con conflicto. Y lo más doloroso: a veces, la otra persona preferirá el silencio. No por maldad, sino porque no tiene las herramientas (o el valor) para enfrentar la incomodidad.
Trabajo en mi, me queda mucho camino por recorrer, me pienso, me escucho, me leo, busco estrategias para no romperme en el intento:
Para los demás:
“¿Es esto útil?”: Preguntarme si la conversación realmente mejorará las cosas o solo es mi necesidad de control.
Timing emocional: Esperar a que la otra persona esté receptiva (aunque para mí todo sea urgente).
Alternativos: Escribir cartas que nunca enviaré, tomar notas, ir a terapia…
Para mí:
Validar mi derecho a sentir , incluso si los demás no lo entienden.
Aceptar que algunos cierres son solitarios : A veces, el “final” es entender que la otra persona nunca tendrá la profundidad que tú necesitas.
Mi voz vale, mis preguntas lo valen, sigo escribiendo mensajes largos. Sigo preguntando “¿por qué?” aunque me llamen intensa. Porque he aprendido que mi paz vale. Hay q trabajar, hay q intentar siempre lograr una autorregulación auténtica. Sé que puedo ser mucho. Que a veces mis palabras cansan, que mi necesidad de cierre puede ser abrumadora. Solo me digo cada mañana , hoy es un buen día para regalarme una mejor versión de mi, sin prisas pero con la mente y el corazón puestos en los objetivos claros.

Este blog es mi espacio para gritar (en letras) lo que el mundo quiere que susurre. Para encontrar a los que, como yo, necesitan nombrar cada grieta en su corazón.

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